Si eres vegano, la certeza de que comas algo realmente libre de pesticidas o químicos también se va haciendo cada vez más estrecha.
Es curioso ver que en cualquiera de los dos estilos de comer y de vida de ha hecho negocio. Hoy en día la moda es comer todo orgánico, siendo que la comida “supuestamente orgánica” en el supermercado te la venden a precios estratosféricos, y que si ésta se le compra a los productores locales; los precios son más razonables.
Hubo un tiempo en que la moda era la soya, ahora resulta que la soya es nociva para la salud también.
Si bien es cierto que lo que comemos es importantísimo, es más importante lo que piensas de lo que comes, que lo que te comes -desde el aspecto más consciente- Eso no significa que si ingieres una sustancia sumamente nociva no pueda tener efectos en tu organismo. Sin embargo, el acto de alimentarte debe de ser un acto consciente, no solamente de lo que comes per se sino de del por qué lo comes.
El acto consciente de comer va desde el momento en el que preparas tus alimentos o cuando los recibes si es que los compras ya preparados, hasta el hecho de observar detenidamente tu comida y hacerte consciente de que lo que ingieres es sagrado porque ello alimenta a tu organismo para poderlo mantener en este plano; tienes que darte cuenta que cada bocado que ingieres lo magnetizas con el pensamiento y la emoción y esa es la energía que le llevas también a tus células.
Lejos de los “dogmas” alimenticios, y digo dogmas, porque el asunto entre el vegetarianismo o el comer carne ya es un asunto casi jodidamente religioso, lo importante como siempre es hacerse consciente de lo que albergas en tus pensamientos y emociones, porque es allí donde residen los verdaderos factores de tu salud, de tu vida y de el entorno que emanas desde tu interior.
Por eso, evita cocinar estando molesto y hazlo con suma alegría y gusto. Cuando comas algo que no hayas preparado tú mismo, observa tus alimentos antes de llevarlos a tu cuerpo, si lo crees necesario puedes hacer una oración para bendecirlos y dar gracias, sino simplemente hasta consciente de lo sagrado que estas por comer. Así que también evita discusiones durante la comida o hablar sobre temas ríspidos y que puedan causar fricción entre los comensales.
Si eres vegano, evita chingar a quienes no lo son y deja que coman en paz porque el juzgar a alguien por lo que come es también llevar un alimento nocivo para la mente.
Si eres carnívoro -omnívoro en todo caso- agradece doblemente tus alimentos y ten en cuenta que un ser vivo tuvo que ser privado de su vida para que tú comas.
Es curioso ver que en cualquiera de los dos estilos de comer y de vida de ha hecho negocio. Hoy en día la moda es comer todo orgánico, siendo que la comida “supuestamente orgánica” en el supermercado te la venden a precios estratosféricos, y que si ésta se le compra a los productores locales; los precios son más razonables.
Hubo un tiempo en que la moda era la soya, ahora resulta que la soya es nociva para la salud también.
Si bien es cierto que lo que comemos es importantísimo, es más importante lo que piensas de lo que comes, que lo que te comes -desde el aspecto más consciente- Eso no significa que si ingieres una sustancia sumamente nociva no pueda tener efectos en tu organismo. Sin embargo, el acto de alimentarte debe de ser un acto consciente, no solamente de lo que comes per se sino de del por qué lo comes.
El acto consciente de comer va desde el momento en el que preparas tus alimentos o cuando los recibes si es que los compras ya preparados, hasta el hecho de observar detenidamente tu comida y hacerte consciente de que lo que ingieres es sagrado porque ello alimenta a tu organismo para poderlo mantener en este plano; tienes que darte cuenta que cada bocado que ingieres lo magnetizas con el pensamiento y la emoción y esa es la energía que le llevas también a tus células.
Lejos de los “dogmas” alimenticios, y digo dogmas, porque el asunto entre el vegetarianismo o el comer carne ya es un asunto casi jodidamente religioso, lo importante como siempre es hacerse consciente de lo que albergas en tus pensamientos y emociones, porque es allí donde residen los verdaderos factores de tu salud, de tu vida y de el entorno que emanas desde tu interior.
Por eso, evita cocinar estando molesto y hazlo con suma alegría y gusto. Cuando comas algo que no hayas preparado tú mismo, observa tus alimentos antes de llevarlos a tu cuerpo, si lo crees necesario puedes hacer una oración para bendecirlos y dar gracias, sino simplemente hasta consciente de lo sagrado que estas por comer. Así que también evita discusiones durante la comida o hablar sobre temas ríspidos y que puedan causar fricción entre los comensales.
Si eres vegano, evita chingar a quienes no lo son y deja que coman en paz porque el juzgar a alguien por lo que come es también llevar un alimento nocivo para la mente.
Si eres carnívoro -omnívoro en todo caso- agradece doblemente tus alimentos y ten en cuenta que un ser vivo tuvo que ser privado de su vida para que tú comas.
En conclusión:
Es importante cuidar lo que comemos y tener en
cuenta la calidad de la comida pero es quizás más importante aún la
calidad de pensamientos con respecto a la comida y a las actividades
diarias puesto que ese es el alimento no sólo para el cuerpo sino para
la mente. Y dado las circunstancias actuales en muchas ocasiones esa
clase de “estudios” sobre los alimentos no son más que métodos de
programación mental que va de la mano con la industria alimentaria para
terminar de destruir y atrofiar la calidad de vida de los seres humanos.
Bendice el agua, bendice los alimentos y recuerda
que al final la clase de pensamientos y emociones que tengas es lo que
llevas de vuelta a tu organismo.
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